XVII
Estimado Cantor: fui a la corrida
de toros, con mantilla y elegante,
allí el buen mozo, con paso arrogante,
saltó hacía el ruedo sin querer su vida.
La plaza relucía, enaltecida;
el negro toro, de rojo teñido,
jugaba con la capa adormecido,
sin precisar la fuerza del acero;
más con su gracia innata, firme, austero,
dejose el animal, fiero.... tendido.
!Dolor y sangre!, júbilo extendido,
de aquella multitud que ya pedía,
a gritos la afamada valentía,
del humano doncel, garbo y henchido.
En silencio el muchacho, entristecido,
mostrando su capota, y su sombrero,
alzaba una sonrisa, cual guerrero
que acaba de cumplir, su hermosa meta,
matar al animal con la saeta,
para ganar la gloria, !ser torero!.
de toros, con mantilla y elegante,
allí el buen mozo, con paso arrogante,
saltó hacía el ruedo sin querer su vida.
La plaza relucía, enaltecida;
el negro toro, de rojo teñido,
jugaba con la capa adormecido,
sin precisar la fuerza del acero;
más con su gracia innata, firme, austero,
dejose el animal, fiero.... tendido.
!Dolor y sangre!, júbilo extendido,
de aquella multitud que ya pedía,
a gritos la afamada valentía,
del humano doncel, garbo y henchido.
En silencio el muchacho, entristecido,
mostrando su capota, y su sombrero,
alzaba una sonrisa, cual guerrero
que acaba de cumplir, su hermosa meta,
matar al animal con la saeta,
para ganar la gloria, !ser torero!.
)(
No hay comentarios:
Publicar un comentario