XVI
Elocuente Miguel: si el verso fuera,
un manojo de lirios, y de rosas,
las azucenas fueran quietas prosas,
y la palabra un surco en la pradera.
En plena libertad tu voz hiciera;
un jardín del edén, sin arrogancia,
pues de sencillo llevas la fragancia
que reviste los poros de tu piel,
pastando con la tinta en un papel,
sin cárcel, sin temores, ni distancia.
Ese verso, vestido de importancia,
sabio lenguaje, mágico, oportuno,
lo sabes encumbrar como ninguno,
porque en tu sangre vibra, la prestancia.
No es la frase que expresa la jactancia,
ni es el versar callado que yo intuyo,
Tu canto portentoso, es ya tan tuyo,
tan de tu pueblo, que se empina y vuela,
al mundo desde el pueblo de Orihuela
orgulloso por ser, tú, un hijo suyo.
un manojo de lirios, y de rosas,
las azucenas fueran quietas prosas,
y la palabra un surco en la pradera.
En plena libertad tu voz hiciera;
un jardín del edén, sin arrogancia,
pues de sencillo llevas la fragancia
que reviste los poros de tu piel,
pastando con la tinta en un papel,
sin cárcel, sin temores, ni distancia.
Ese verso, vestido de importancia,
sabio lenguaje, mágico, oportuno,
lo sabes encumbrar como ninguno,
porque en tu sangre vibra, la prestancia.
No es la frase que expresa la jactancia,
ni es el versar callado que yo intuyo,
Tu canto portentoso, es ya tan tuyo,
tan de tu pueblo, que se empina y vuela,
al mundo desde el pueblo de Orihuela
orgulloso por ser, tú, un hijo suyo.
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